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Estudiar humanidades no es de tontos

Tonto, es una de las palabras que se ha leído en las redes sociales cuando saltó la noticia, Gabriel Plaza, el mejor alumno de la EBAU, va a estudiar filología clásica.

No es el primer artículo que escribo con respecto a los estudios y salidas profesionales. Al igual que muchos, se que hoy por hoy las carreras de ciencias son las más cotizadas por las supuestas salidas en el mundo laboral, pero aquí tenemos un chico, que en contra de la opinión mayoritaria ha decido apostar por «su felicidad», con un 13,9 de nota media (sobre 14) decide estudiar lo que cree que le hará feliz, sin saber exactamente hacia dónde lleve. Su amor por las letras y el origen de las palabras es lo único que tiene claro, luego ya veremos.

Los científicos sin pasión no sirven

Es una evidencia que la ciencia y sus avances nos traen beneficios enormes en nuestra vida diaria. No puedo negar que necesitamos esos miles de científicos apasionados que se dejan la piel en su trabajo y no siempre bien remunerado. 

Los necesitamos para hacer muchas veces nuestra vida más fácil, pero no nos equivoquemos, al igual que los filólogos, los científicos deben tener pasión, pasión y amor por lo que estudian y hacen. El conocimiento no lo es todo, una gran parte, pero el sentimiento de levantarte una mañana para hacer algo que te apasiona, es la diferencia entre un buen médico y uno mediocre.

Pasión vs rentabilidad

En contraposición a la idea anterior, tenemos la idealización de las profesiones. Series y películas de televisión, nos han mostrado con mayor o menor acierto los pormenores de algunos trabajos, lo que ha hecho que durante unos años subieran las matriculaciones en ciertas carreras universitarias. Como pasó con la Serie Periodistas en la década de los 90, pero lo mismo ha ocurrido con médicos o policías.

Esto a priori no es malo, está claro de la ficción televisiva está hecha para el entretenimiento. Lo que como sociedad debemos transmitir es las ganas de informarnos a la hora de tomar tus decisiones. Para saber qué es lo que queremos hacer en nuestra vida, hace falta tener una reflexión y una balanza interior para sacar las conclusiones. En esta vida, ni todo es pasión, ni todo rentabilidad, debemos aprender que puede haber un punto intermedio entre los dos conceptos. Este es el espíritu crítico que se debe inculcar desde pequeños y que nos ayudará a la hora de tomar decisiones.

El lenguaje es transformador

A todas aquellas voces críticas hacia la elección de Gabriel por estudiar humanidades con una nota que le abría las puertas en prácticamente cualquier carrera, en cualquier universidad, les recuerdo que uno de los primeros hechos, que han marcado un antes y un después en la historia de la humanidad y clave de nuestra evolución, es El lenguaje. 

Primitivamente nos movíamos por instinto y aprendíamos de nuestros antecesores gracias a lo que lográbamos ver. En el momento en que gracias la capacidad de hablar y de crear sonidos comunes, se empezaron a trasmitir conocimientos de padres a hijos. Contar que habían visto o que habían experimentado más allá de lo conocido, hizo que se avanzara mucho más rápido gracias a la capacidad de transmitir el conocimiento.

Haciendo un gran salto en la línea temporal nos encontramos con un gran invento científico, la imprenta, la que revolucionó por completo la trasmisión del conocimiento, conocimiento que se transmite a través del lenguaje. Un gran ejemplo de cómo la ciencia sin humanidad no tiene sentido.

No es posible una ciencia sin humanidades

Desde mi humilde e idílico punto de vista,  todos los estudios y avances científicos deben estar al servicio de la humanidad, para eso lo queremos, para hacernos la vida más larga y cómoda. Literatos, economistas, antropólogos, filólogos, publicistas y periodistas, hacéis falta, al igual que los farmacéuticos, biólogos, médicos y veterinarios. Vivimos en un mundo donde todo es necesario, donde necesitamos ingenieros, mecánicos y camareros. Necesitamos psicólogos y profesores de educación física, lo necesitamos todo, pero lo que más necesitamos es gente feliz gracias a su pasión y al reconocimiento social y económico por lo que hacen.  

No perdamos el norte, no criminalicemos ningún oficio y valoremos la diversidad.

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2 comentarios en “Estudiar humanidades no es de tontos”

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